Comentario
Junto a Rusia, el Realismo en Europa oriental tiene también incidencia en Polonia y en Hungría. En el caso polaco, su seguidor más representativo fue Ian Matejko (1836-1893), fervoroso cultivador de temas nacionales, a través de lienzos de gran formato, en los que se intenta transmitir al pueblo el pasado glorioso de su patria. Son de esta factura los titulados Pleitesía de Alberto de Prusia a Segismundo el Viejo de Polonia (1881) y Sobieski liberando a Viena (1889, Roma, Museo Vaticano).
Partidario de "lograr la fuerza expresiva de los personajes, más que la pureza de la línea", según sus propias palabras, Matejko destacó también en el campo del retrato y en la ejecución de temas religiosos.
En el caso de Hungría es Milhaly Munkacsy (1844-1900) quien se configuraría como el más preclaro representante del Realismo. Un realismo directamente inspirado en el francés, puesto que en 1867 conoce de primera mano la obra de Courbet y en 1870, tras obtener en el Salón de 1870 una medalla de oro por su cuadro Ultimo día de un condenado (Budapest, Galería Nacional Húngara), se instala en París.
Sus temas, de fuerte contenido dramático, muy bien pueden compararse con el realismo comprometido de los pintores rusos, siendo un válido ejemplo de ello Fabricando vendajes (1871, Budapest, Galería Nacional Húngara).
Además de Munkacsy, el realismo húngaro tiene otro significado representante. Se trata de Lászlo Paál (1846-1879), que recibió la influencia de la Escuela de Barbizon.